Cuidado facial
Comprar un nuevo perfume siempre resulta emocionante. Imaginas cómo disfrutarás de su aroma, en qué ocasiones lo llevarás y cuántos cumplidos recibirás. Pero a veces, tras los primeros espráis, algo no encaja: el olor parece diferente a lo esperado. ¿Y si es una falsificación? ¿Y si ha sufrido durante el transporte? En internet circula una teoría: el perfume necesita “descansar” tras el viaje.
¿Tiene sentido esta idea? ¿Es cierto que el perfume debe “reposar”? ¿O es simplemente un mito? Vamos a analizar ambas posturas y descubrir qué hay de cierto detrás de esta práctica.
Algunos aficionados a la perfumería creen que el proceso de transporte puede afectar negativamente al aroma: sacudidas, cambios de temperatura, vibraciones… Técnicamente, estas condiciones extremas podrían alterar la percepción olfativa, el desarrollo de las notas o incluso la duración del perfume en piel.
Según esta teoría, conviene dejar el frasco en reposo unos días antes de usarlo, para que los ingredientes se “asienten” y recuperen su estabilidad original. El objetivo es que puedas disfrutar el perfume tal como lo concibió su creador.
¿Cómo hacerlo?
La recomendación habitual es guardar el frasco en un lugar oscuro, seco y fresco —nunca en la nevera—, preferiblemente dentro de su caja y alejado de la luz solar. En cuanto al tiempo, se sugiere desde unos pocos días hasta varias semanas. Cuanto más compleja y rica sea la composición (especialmente perfumes orientales, ambarados, florales intensos o con oud), más tiempo podría beneficiarse del reposo.
Algunos también aconsejan hacer un par de pulverizaciones tras abrir el frasco y luego devolverlo a su caja, lo cual facilitaría la “recuperación” del perfume tras el transporte.
En el otro extremo están quienes afirman que el “reposo” es innecesario. Según esta visión, un perfume bien formulado ya ha pasado por pruebas y estabilización durante su producción. Las fórmulas modernas están diseñadas para resistir el transporte sin que su calidad se vea afectada.
Los partidarios de esta postura defienden que los cambios de temperatura o el movimiento durante el envío no alteran de forma significativa la composición. Si el aroma no responde a tus expectativas, puede deberse a una reformulación, a la sustitución de algún ingrediente natural por uno sintético o, sencillamente, a la evolución de tu propio gusto.
En otras palabras: abre el frasco, disfruta del perfume y no te preocupes por ponerlo “de vacaciones”.
Aquí entra el matiz más interesante: no existen estudios científicos concluyentes que avalen ninguna de las dos posturas. Es comprensible: llevar a cabo una investigación exhaustiva sobre este tema sería costoso, y no resulta rentable para los fabricantes.
Lo que sí reconocen tanto perfumistas como químicos es que la conservación a largo plazo es un factor crucial para preservar la calidad del perfume. La exposición continuada a la luz, el calor o la humedad puede degradar sus componentes, pero una breve agitación o cambios puntuales de temperatura no deberían afectar.
Las moléculas aromáticas están diluidas en una base alcohólica estable. Así que, aunque puedas notar diferencias en la forma en que se perciben las notas al principio, éstas suelen ser sutiles y pasajeras.
Como suele ocurrir, la verdad está en un punto intermedio. Si sientes que el perfume no huele como esperabas tras recibirlo, puedes dejarlo reposar unos días en un lugar adecuado. No pierdes nada y puedes ganar mucho si el aroma se estabiliza.
Pero si prefieres estrenarlo inmediatamente, adelante: no hay ningún riesgo real. Lo fundamental es que lo almacenes correctamente para que conserve su integridad con el tiempo.
Como amante de la perfumería, tiendo a alinearme con la segunda opinión: los perfumes bien elaborados están listos para usarse desde el primer momento. Sin embargo, he tenido experiencias en las que, al cabo de unas semanas, un perfume parecía más rico, más redondo, incluso más duradero.
¿Fue una estabilización real? ¿Un cambio en mi percepción? Tal vez ambas cosas. Pero lo cierto es que algunas fragancias mejoran tras un breve reposo, mientras que a otras les da absolutamente igual.
¿Dejar reposar un perfume o no hacerlo? Es tu elección. No es una obligación, pero tampoco una pérdida de tiempo. Algunas composiciones realmente se benefician del descanso, y si eso te da tranquilidad y mejora tu experiencia, adelante.
Y recuerda: lo más importante no es cómo lo estrenes, sino cómo lo conserves. Guarda tus perfumes en un lugar fresco, seco y alejado de la luz… y déjate envolver por su magia.