Сuidado del cabello
La dermatitis seborreica es un problema dermatológico bastante común que puede afectar a cualquier persona, independientemente de su edad o estilo de vida. A pesar de su carácter crónico, con un diagnóstico adecuado y un tratamiento correcto, es posible controlar eficazmente los síntomas y mejorar la calidad de vida.
La dermatitis seborreica es una afección cutánea de origen inflamatorio, caracterizada por una producción excesiva de sebo con una composición alterada. A este desequilibrio se suma la proliferación del hongo Malassezia (anteriormente conocido como Pityrosporum ovale), un microorganismo que forma parte de la flora cutánea habitual, pero que, en exceso, puede desencadenar una respuesta inflamatoria negativa para la piel.
Esta patología se manifiesta habitualmente con síntomas como descamación, enrojecimiento, picor e incluso sensación de quemazón, lo que puede resultar muy molesto a nivel físico y estético.
En función de la apariencia y las características de la piel afectada, la dermatitis seborreica puede clasificarse en dos tipos principales:
Producción elevada de sebo con textura densa y viscosa.
El sebo no fluye adecuadamente a la superficie cutánea.
Piel visiblemente seca, enrojecida y con descamación fina.
Picor frecuente, especialmente en zonas sensibles.
Producción muy abundante de sebo (el cabello puede aparecer graso tan solo 2-4 horas después del lavado).
El sebo es más fluido y se libera fácilmente.
Piel brillante, con sensación grasa y escamas amarillentas o blanquecinas.
Puede acompañarse de una sensación pegajosa.
La aparición de esta afección está relacionada con factores genéticos y hormonales. Sin embargo, existen numerosos factores desencadenantes que pueden agravar sus síntomas:
Dieta inadecuada
Consumo de alcohol
Estrés y fatiga crónica
Alteraciones hormonales (como el embarazo o la pubertad)
Inmunodepresión o enfermedades asociadas
Uso de cosméticos no adecuados o de baja calidad
Identificar y evitar estos desencadenantes resulta fundamental para mantener la piel en remisión.
La dermatitis seborreica afecta principalmente al cuero cabelludo, aunque también puede presentarse en otras zonas ricas en glándulas sebáceas:
Cejas, pestañas, bigote y barba
Conductos auditivos y zonas periauriculares
Tórax (especialmente el área del esternón)
Axilas y pliegues cutáneos
Estas áreas suelen mostrar una descamación intensa, enrojecimiento e incomodidad general, comprometiendo tanto la estética como el bienestar del paciente.
Para un diagnóstico certero es imprescindible consultar con un dermatólogo. Existen otras patologías cutáneas con síntomas similares:
Psoriasis: también puede afectar la línea del cabello, pero suele extenderse a codos y rodillas.
Dermatitis alérgica: presenta enrojecimiento y picor, pero sus síntomas desaparecen con la eliminación del alérgeno.
Infecciones por hongos: requieren pruebas específicas como un raspado cutáneo para su detección.
Solo un profesional médico puede determinar con precisión la enfermedad presente y su tratamiento específico.
El tratamiento debe estar supervisado por un dermatólogo. Suele incluir:
Antifúngicos tópicos para reducir la proliferación del hongo.
Corticoides tópicos para aliviar la inflamación durante los brotes.
Antihistamínicos si hay picor severo o reacciones alérgicas asociadas.
Aunque no existe una cura definitiva, sí es posible mantener la dermatitis seborreica en remisión mediante un tratamiento adecuado y cuidados constantes.
Una vez controlado el brote, es crucial adoptar una rutina de cuidado adecuada para prevenir recaídas:
Utilizar champús dermatológicos de calidad, sin ingredientes agresivos ni siliconas.
Priorizar productos de dermocosmética, especialmente formulados para pieles sensibles.
Evitar componentes oclusivos en mascarillas, acondicionadores o sérums capilares.
Aplicar los productos capilares sin contacto con el cuero cabelludo afectado.
Mantener la constancia en el cuidado de la piel es clave para prolongar los períodos de remisión.
Si sospechas que puedes padecer dermatitis seborreica, no retrases la visita al dermatólogo. Cuanto antes se actúe, más eficaz será el tratamiento. Con una atención médica adecuada y un buen régimen de cuidado, es posible controlar los síntomas y llevar una vida completamente normal.