Cuidado facial
Cada vez son más los ingredientes activos que ganan protagonismo en el mundo de la cosmética, y las vitaminas no son la excepción. Presentes en productos para el rostro, el cuerpo y el cabello, estas sustancias son esenciales para una hidratación profunda, una nutrición efectiva y una protección frente a factores externos. Además, juegan un papel fundamental en la producción de colágeno y en el retraso de los signos del envejecimiento. Ya conocemos bien los beneficios de las vitaminas C, A, E, D o del grupo B, pero… ¿qué hay de la vitamina K?
La vitamina K, también conocida como filoquinona, es un compuesto biológicamente activo que interviene directamente en la síntesis de proteínas. Estas proteínas son fundamentales para la regeneración de tejidos y el correcto funcionamiento del sistema vascular. De hecho, la vitamina K es clave en el proceso de coagulación sanguínea.
Entre sus fuentes naturales destacan las verduras de hoja verde como la col o el brócoli, así como el hígado y los productos lácteos. Así que ya sabes: incluir col en tu dieta no solo es saludable, sino que puede tener beneficios estéticos más allá de los mitos populares
En el ámbito cosmético, la vitamina K es muy valorada por sus propiedades calmantes y regeneradoras. ¿Quieres saber por qué se ha convertido en un ingrediente esencial en el cuidado de la piel? Aquí te lo explicamos:
La vitamina K ayuda a reforzar las paredes de los capilares, lo que la convierte en un aliado eficaz contra las rojeces, arañas vasculares, hematomas y el temido couperosis.
Tiene propiedades antiinflamatorias que ayudan a calmar la piel, aliviar rojeces y reducir la hinchazón. Es ideal para pieles sensibles o con tendencia a la irritación.
Gracias a su capacidad para mejorar la microcirculación sanguínea, la vitamina K contribuye a reducir las ojeras oscuras y la apariencia de cansancio en la zona del contorno de ojos.
Neutraliza los radicales libres, ayudando a prevenir el envejecimiento prematuro de la piel. Es un escudo natural frente a las agresiones externas como la contaminación o la radiación solar.
Aunque es más conocida por sus beneficios sobre la piel, la vitamina K también puede mejorar la salud capilar al estimular la circulación en el cuero cabelludo, reduciendo la descamación y favoreciendo el crecimiento del cabello.
En cosmética se utiliza principalmente en forma de óxido de vitamina K (fitomenadiona), o bien mediante extractos vegetales que la contienen de forma natural. Estos son algunos de los productos en los que puedes encontrarla:
Cremas para piel con rosácea, couperosis o tendencia a los hematomas.
Sérums para reducir rojeces y reforzar la microcirculación facial.
Cremas y bálsamos para el contorno de ojos, eficaces contra bolsas y ojeras.
Parches para ojos que iluminan la mirada y nutren la piel en profundidad.
La eficacia de la vitamina K ha sido avalada por investigaciones científicas, como las realizadas por el Centro Nacional de Información Biotecnológica (NCBI). En formulaciones cosméticas, se combina habitualmente con ácido hialurónico y vitaminas A y C, potenciando así la regeneración e hidratación de la piel.
Asimismo, su combinación con cafeína y retinol se emplea para tratar la hinchazón en la zona periocular. Junto con extractos como el de manzanilla, resulta especialmente útil tras procedimientos dermatológicos o láser, ayudando a reducir el enrojecimiento y acelerando la recuperación.
La respuesta es sí. La vitamina K es un componente indispensable en el tratamiento de pieles delicadas, con tendencia a la sequedad, la rosácea o el envejecimiento prematuro. Si tienes problemas en la zona del contorno de ojos o sufres de rojeces y capilares visibles, este ingrediente puede marcar una gran diferencia.
Consulta con tu dermatólogo o especialista en cosmética para encontrar el producto adecuado a tus necesidades. Tu piel te lo agradecerá.